Libé, es su apodo familiar, el que los franceses dan al diario Libération. Fundado por un grande en 1973, nada menos que le filosofo francés Jean-Paul Sartre y casi hundido en la miseria por dos individuos a los que es mejor no mencionar.
Siempre de izquierdas, pero nunca afiliado a ningunas siglas, ni partido, ha luchado por lo social y la cultura. Hoy mismo, tras el ataque de unos salvajes, que hicieron arder la sede del semanal satírico Charlie Hebdo, por criticar a los integristas tunecinos. Esta casa, les ha abierto sus puertas y los ha acogido, dedicándoles la portada del día. Y en los tiempos que corren, esto es de agradecer.
Pues este periódico, cuyas bases se asentaron en la clandestinidad de la segunda guerra mundial, comenzó a trabajar al abrigo del mayo del 68, como una cooperativa, cada puesto de trabajo tenía el mismo sueldo, fuera director, redactor o maquinista de linotipia. Lo que no deja de ser increíble, para una sociedad que comenzaba a inmiscuirse en el capitalismo. Funcionó perfectamente, sin publicidad, y sin dinero externo, hasta que Sartre lo abandonó en el 74 y unos golfos apandadores anidaron en él, llevándolo incluso a la desaparición durante 3 meses del año 1980.
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