RETAZOS SOBRE PARÍS REGRESA EL 1 DE SEPTIEMBRE.

DISCULPEN LAS MOLESTIAS.

GALERIES LAFAYETTE.

No sé si son las más antiguas, o las más clásicas, o si aquí era donde venia tal o cual famoso, tal o cual ricachón, o si las famosas de prensa rosa, se han paseado mucho por aquí o no, si prefieren los Hausmann, más bonitos por fuera, o si pasan del tema y ahora hacen o en su día hicieron la compra más lejos de la zona turística, tan no se, digamos tan del populacho.

Pero su interior, el de los almacenes, galerías Lafayette digo, no el del populacho, son una verdadera maravilla, una obra de arte, parecen palcos de un teatro trasnochado, que dejo de representar clásicos, para acoger tiendas de Dior o Channel.

No es tan malo dejarse caer por allí de vez en cuando, no a comprar digo, sino a echar un ojo, tanto al interior como al edificio, una maravilla arquitectónica, que te deja un momento con la boca entre abierta, y de paso, visitar la azotea, y echar un vistazo a esa ciudad que parece nunca acaba.

Y DE PRONTO PARÍS.

Los escalones parecen no terminar nuca, en esclarea de caracol y en escalera de tiro, poco importa la forma, y si los escalones, un primer piso, un descanso, un segundo piso, un poco de agua, y finalmente la terraza, una puerta de metacrilato, más bien una pérgola te da la bienvenida. Prohibido comer y fumar.

Suelo inestable, movido, de distintos niveles, alturas, hasta legar al paralelepípedo horizontal, donde se levanta un pequeño escalón, allí fotos, halas!!!, y cámaras fotográficas. Aire, sol, luminosidad e inmensidad.

Y de repente, y de pronto París, allí abajo nace desde tus pies, desde los pies del Arco donde te encuentras, hasta la inmensidad, a todos los lados, en todas las direcciones, así es como ocurre, tú compras tu ticket, dejas el hálito en las escaleras y de repente París, solo para ti.

BARRIO LATINO.

Está en todo el meollo de la cuestión, en el medio del barullo del turismo y del barullo de la ciudad, lo cierto es que no lo frecuento en demasía, las cosas son así, no me acaba de convencer la zona, ni las calles, ni el turismo que lo invade y lo estropea.

En su día, hace muchos años, el barrio era lugar de bohemios, escritores, pintores...etc. Y ese nombre de barrio latino, venía por lo que venía, porque era un lugar habitado por y para latinos, pero no ahora, esto es así, las cosas cambian, y no siempre para mejor.

Ahora las tiendas crecen al lado de los restaurantes de comida rápida turca y griega, o las cadenas de comida vegetariana, también están los típicos restaurantes italianos frecuentados por españoles y a la inversa, pero no tiene encanto, o por lo menos yo no se lo veo, pero para gustos los colores.

RUE DE BRETAÑA.

La calle en sí tiene su aquel, las cosas como son, tiene mercado, el de los enfants rouges, tiendas de goumont puestos de segunda mano, restaurantes, tiendas de quesos, mucho turista, un parque, el ayuntamiento del barrio tres, casi nada y casi todo en una misma calle.

La calle de Bretaña, tiene mucho ajetreo, mucha historia, mucha vida sobre todo, y además tiene cosas muy curiosas, como esta tienda, una tienda donde se dan cita las cosas más extravagantes de la zona, y la gente más extravagante de la ciudad.

Allí puedes encontrar desde viejos relojes sin maquinaria, hasta un mini elefante a escala, pasando por cajas de metal, madera y cualquier otro material, espejos viejos y rotos, libros usados, mojado y a los que le faltan algunas hojas, en fin una tienda para disfrutar, pero no para compara las cosas como son.

FACHADAS.

No se si son bonitas, bellas, o no, no voy a ser yo el que lo diga, el que ponga un rasero, cada cual tiene ojos y sentido suficiente para ver y retener y después afirmar lo que son o dejan de ser, en eso consiste el asunto. A mí me queda un papel menos importante, el papel de mostrarlas.

Son muchas fachadas, aparecen de repente, cuando giras una esquina, cuando sales de una boca de metro, mientras haces turismo o las compras de la semana, te pueden pillar con las manos llenas, la mente confusa, o la boca abierta, no avisan, simple y llanamente aparecen y zas.

Las hay con graffitis, otras son verdaderas obras de ingeniería, como la de arriba, teselas doradas y de demás colores, creando, formando una especie de gran rompecabezas, un mural único en la ciudad de la luz. Así apareció, y así la fotografié en su momento, lastima del tiempo, oscuro, lluvioso, tal vez con sol la imagen cambiara, tal vez fuera mejor, pero el tiempo de París es como es y de poco sirve quejarse.

TEMPLE.

Hay calles tan importantes que hasta cuentan con su propia parada de metro, a pocos pasos de una de las plazas y metros más importantes de la ciudad, la de República, ese es el caso de la Rue del Temple, calle bastante estrecha, pero larga, une prácticamente la ya citada Plaza de la República, con la importante Rue Rivolí.

Su entrada de metro, es sin duda una de las que más pasan desapercibidas desde el interior, pero de la que menos lo hacen desde el exterior, una entrada de las antiguas, del modernismo parisino, de las que adornan las guías de turistas y viajeros.

Desde su salida se puede observar, entre las ramas de sus centenares árboles la estatua que da nombre a la zona y a la plaza, una alegoría de metal de la república francesa, demasiado grande, tal vez demasiado rígida, pero sin duda uno de los símbolos de esta zona del viejo París.