Junto al río naces, y junto al río mueres, pero antes de que tu lo hagas, muchos murieron en tu interior, otros muchos salieron de tus frías paredes para morir cerca de tus muros de piedra, otros simplemente pasaron por allí, como se pasa por un purgatorio político, por un purgatorio social, simple y llanamente por no pensar como lo hacían los poderosos. De eso siempre hubo y siempre habrá.
Conserjería, antigua prisión de la ciudad, lugar de muerte y de tortura, miles de personas anónimas pasaron por aquí, decenas de presos conocidos. No solo Rovaillac, que le pico el billete al rey, ese que llaman Enrique el cuarto. Hasta la dulce como la hiel, Maria Antonieta disfrutó de la humedad de sus bóvedas góticas.
Cuatro torres majestuosas y meditadoras: Tour Bombec, del Cesar, de´l Horloge, y torre de´l Argent. Esa que además de poner de manifiesto las malas maneras de unos, y llamar la atención de otros por lo que allí dentro acontecía, también en 1370, recibía las miradas por otra razón. Pues tuvo en su seno el primer relój público de París.
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