Ya se que fue hace mucho
tiempo, que si, que ha llovido mucho, sobre todo en Francia, donde
últimamente no deja, pero a un servidor, le sigue saltando la
válvula todos los años. Este más si cabe, porque estoy en París,
y hoy me he visto en la tesitura de no hacer un retazo al cien por
cien parisino, sino a un treinta y tres por ciento, otro tanto
madrileño, y el resto mio personal, es decir pensamientos y
exabruptos del menda que diariamente les escribe esto.
Lo que digo, y al
expresarlo no me parece extraño, pero, es que a menudo se les olvida
y por eso me gusta recordarlo, meterles el dedo en el ojo, vaya. Que
tal día como hoy pero hace 204 años, el pueblo de Madrid, y el
español en general, les dio a los chicos de Napoleón, lo suyo y lo
de sus primos los de Alsacia, para deleite del contubernio y la
turba, que por decir no quede, también una vez acabada la guerra, se
olvidó de poner una guillotina en la Puerta del Sol, y pasar por
ella a su rey, Fernando VII, el peor rey de la historia de España. Y
hablando de España eso es decir mucho.
El caso es que en París
no se celebra, ni se habla de ello, como tampoco se habla del sable
de Bailén, o del Águila de Tamames, ni tan quiera se anota al
margen en la universidad-doy buena fe de ello-, en fin, ese día les
sacamos las tripas a los invasores-como buen país invadido-, con
nuestras navajas de siete puntos-clack, clack, clack...-, ya me
entienden. Pero al día siguiente, nos fusilaron como a perros en la
Montaña del Príncipe Pío. Y aún peor, cuando años después
volvió el rey, ese pueblo magnifico que había luchado por lo que
era suyo, salió a aplaudirle-por cobarde y rastrero supongo-,
mientras él, derogaba todos los derechos de las Cortes de Cádiz. Y
es que en España, siempre hemos sido muy de fusilar a quien no
corresponde.
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