sábado, 26 de mayo de 2012

WINSTON CHURCHIL.


 Es un personaje demasiado conocido como para decir algo nuevo sobre él, simplemente, me remitiré a decir que en la zona cercana a los Campos Elíseos, y a la explanada, donde se levantaron la mayoría de los palacios de la exposición universal de 1900, tiene un lugar privilegiado para él.

El jardín no es grande ni suntuoso, pero esta en la avenida que lleva su mismo nombre, a los pies del Petit Palais, hoy museo de Bellas Artes, pero que en su día, cuando se construyó lo haría para albergar el pabellón de la Gran Bretaña, y su grandes hijos en la exposición antes nombrada.

Es una estatua más de político, en una zona donde este tipo de estatuas abundan en demasía, a la entrada están las de los franceses Clemenceau y De Gaulle, y un poco más abajo, junto a los jardines alargados de la ribera del Sena, crecen como hongos las estatuas de políticos y libertadores latinoamericanos, empezando por la Simón Bolívar y acabando por la de José San Martín.

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