sábado, 19 de mayo de 2012

DORADOS.


La imagen es clásica, tal vez demasiado, es el puente de Alejandro III sobre el río Sena, la foto está tomada desde el centro de la calzada, entre el Gran Palacio y el Pequeño Palacio, sendas construcciones fueron creadas para la Exposición Universal de 1900, como lo fue el propio puente, la Gare d´ORSAY o la Torre Eifell, y otros tantos edificios, que han ido apareciendo o aparecerán en esta otra guía de viajes sobre París, guía que intento sea esta página diaria.

Al fondo, más allá del puente se levanta el edificio que alberga el museo del ejercito francés y la iglesia donde se encuentra la gran tumba del emperador Napoleón Bonaparte, héroe y anti-héroe francés, tan amado como odiado, tanto por propios, como por extraños, la historia es así, por eso, tal vez sea tan amada por unos, y tan detestada por otros, porque tarde o temprano pone a todos-o casi-, en su sitio.

El caso, es que este lugar sirve de perfecto ejemplo, para demostrar el cariño que los parisinos en particular, y los franceses en general tienen por los dorados, el puente de Alejandro III, llama la atención por sus esculturas doradas, más que por su estructura, que a mi modesto entender le hacen uno de los puentes más bellos de la ciudad, y como olvidar la cúpula de los cercanos Inválidos, esa construcción conocida como la cúpula dorada sin más, tanto por visitantes como por habitantes habituales, en fin eso es así, sino paseen por la plaza de Pirámides, donde Juana de Arco-o mejor dicho Santa Juana de Arco-, les esperará a caballo, preparada para la batalla, cubierta totalmente de oro, y muchos ejemplos más a lo largo de la ciudad de la guillotina. Les lanzo el guante, esperando que lo recojan, y se hagan su propia ruta parisina guiándose por el dorado de sus construcciones y esculturas.

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