viernes, 4 de mayo de 2012

CONTRASEÑA.



No lo entiendo, no acierto a comprenderlo, debo de ser un tanto obtuso, poco europeo, tal vez la Comunidad Europea me venga grande, o tal vez Francia en su inmensidad y París en su particularidad me sobrestimen. No lo sé.

El caso, es que no lo comprendo, todas y cuando digo todas, digo todas, en su mayoría, en su inmensidad, todas las casas, los portales de la ciudad de donde viene los niños, cuentan con uno de estos curiosos timbres, que en realidad no lo son, pues no llaman a nadie. Simplemente te piden una contraseña, que normalmente a no ser que se trate de tu inmueble, no conoces, o no deberías conocer.

Por ello supongo, en París no se reciben visitas inesperadas, porque nadie puede acceder a tu telefonillo particular, situado en el patio interior, si antes no ha franqueado el portón de madera, donde está este panel de números, donde tienes que marcar la famosa contraseña. Imagínense la situación, familiares, amigos, repartidores,carteros.....perdidos, sin saber como llegar hasta su clientela,hasta sus seres queridos, porque un terrible e inaudito teclado, te demanda un código que solo puedes conseguir telefoneando al allí residente. En fin, llámenme clásico, loco o lo que les venga en gana, pero no los comprendo, y cada día menos.



2 comentarios:

  1. Cuanto te invitan a la casa te dan el código, (como en las tarjetas de cumpleaños). Yo he llegado a ver doble código, es decir, una vez has pasado el código principal y si no quieres llamar al porterillo de tu amigo para darle una sorpresa, tienes que aún poner un segundo código...Seguridad extrama, cuando estas cosas están es porque en algún momento se han necesitado... digo yo ¿No?

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  2. Si supongo que en algún momento se necesitó, pero hace perder un poco el encanto.

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