lunes, 14 de mayo de 2012

SAINT-SULPICE.


Cuando te internas por Saint Germain, dejas atrás Odeón y casi te introduces en los jardines de Luxemburgo, a tiro de piedra de la rue Bonaparte y de las librerías de viejo, donde los suelos de madera crujen al imponer tu peso sobre ellos, como si de un viejo velero a punto de zarpar se tratara, cuando ves los centenarios cafés de la zona, y puedes imaginarte historias de la primera guerra mundial, allí se levanta.

La plaza de su mismo nombre, suele estar -o casi-, llena, por la mañana los jubilados se sientan a las sombras de sus poco verdes y frondosos árboles, junto al monumento a los caídos por Francia, algunos aún hoy cuentas viejas experiencias, viejas pesadillas en forma de batallas en Argelia o Normandía, por la tarde los niños, la llenan con su jaleo vivo, mientras a lo lejos una cantante callejera, interpreta con más intención que acierto algún tema de Édith Piaf.

La iglesia es la segunda más alta de la ciudad, pero no es eso ni sus extrañas torres lo que más llama la atención, su particularidad esta en su interior, cerca de las dos obras de Delacroix, se levanta su gnomon de la meridiana solar, narrado por Dan Brown en su Código Da Vinci, este aparato para calcular la fecha de Pascua, se convierte según el autor en el escondite del Santo Grial, y de la orden de Sión. Sea fábula, mito o realidad, esta iglesia es mucho más visitada desde entonces, y ahora entra dentro de las guías más turísticas de París.

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