Aparecen como de
casualidad en los transeptos de todas-o casi todas-, las catedrales,
salvo en Notre Dame de París, que cuenta con tres de estos elementos
constructivos, y decorativos, sobre todo del gótico, pero no en
exclusiva. Los rosetones románicos, son más pequeños, tal vez más
secos, menso vistosos, pero son el nacimiento, no solo de ellos, sino
del arte casi en general, una pequeña arquitectura en algunos casos,
que maravilla más que cualquier otra.
En otros casos, no tan
pequeña, solo hay que ver Santiago de Compostela o el casi
desaparecido y también parisino monasterio de Cluny, aunque de ese
ya hablaremos, por importante y magistral, merece retazo propio.
Los rosetones de Notre
Dame, son de los más famosos del gótico francés, y del europeo,
pero tal vez, como ocurre con toda la construcción, no son los más
bonitos, ni los más grandes. En eso esta el gusto, en lo bonito, no
en el tamaño por su puesto, pero teniendo las catedrales de León o
Burgos en vidrieras, o la más cercanas de Reims, Chartres o
Aquisgran en arquitectura, permítame que me vaya más lejos de la
Isla de Ciudad de París, para seguir con mis gustos de la tracería
expuesta en forma radial.
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