Están por toda la
ciudad, en algunos casos escondidos bajo una capa de brea, de
asfalto, en otros casos, en otros lugares, aparecen semi enterrados,
como queriendo volver a resurgir cual ave Fénix, como si llegará el
momento de volver a sacarlos de la fila donde están encajados y
volver a parapetarse tras las barricadas, cerca de la Sorbona, cerca
del Panteón.
En otros lugares como en
la colina de Santa Genoveva, lugar demasiado conocido, ya he dicho en
alguna ocasión que allí se levanta el Panteón Nacional, y la
famosa universidad, allí donde antes se daban cita los estudiantes,
hasta que un mayo más, el del 68 decidieron ver que pasaba si ponían
contra las cuerdas a todo el estado francés.
La cosa acabó como el
rosario de la Aurora, pero fue un punto de partida, un aviso a
navegantes, para los que viene, para los que venimos después, un
faro en el horizonte, para no volver a caer en los mismos errores.
Pero aún hoy, bajo los adoquines de la ciudad de París, sigue sin
haber arena de playa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario