Creado para ser el
pabellón de la Gran Bretaña en la famosa Exposición Universal de
1900, parece que toda la ciudad, se levantara a la sombra de Napoleón
Bonaparte primero y de la exposición de marras después, hoy atesora
el viejo poder de la Pérfida Albión, una estatua de Churchil a sus
pies, y el nombre de la avenida donde esta se levanta, bautizada con
el nombre del político inglés.
Enfrentado al Grande
Palais, que en su día fue la casa de los Estado Unidos de América
en la exposición, y que ahora es una gran sala de exposiciones
temporales, este, el pequeño palacio-digo-, hoy alberga la colección
permanente del museo de Bellas Artes de París. Es una visita rápida,
pero interesante, sobre todo aprovechándola para contemplar alguna
exposición de fotografía itinerante, o el patio circular, que se
encuentra en su interior.
Hay cosas en París, que
resultan tan obvias, que son difíciles de no ver, o visitar, este
palacio y su hermano mayor, son una de ellas, muy céntricos, a unos
metros de los Campos Elíseos, frente a los Inválidos y en la ribera
del Sena, pero no son tan conocido como otros lugares, incluso un
servidor, no lo visitó hasta después de unos cuantos meses de
estancia en la capital gala.
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