Los menos, los
engolados, o los repipis, que a pesar de lo añejo del término se
siguen reproduciendo sin control previo, y en esto, como en tantas
otras cosas de la vida normal de París, el FROM, o como se llame en
Francia no dice nada, la denominan Capilla Real de la Île de la
Cité, los demás, supongo que chabacanos o poco acordes con las
enaguas verbales de ciertos corrillos, la denominamos simplemente
Santa Capilla o Sainte Chapelle, dependiendo de que parte de los
Pirineos sean oriundos los que lo pronuncian, o de su facilidad con
los idiomas, o dificultad con la lengua materna que posean.
Cuando el rey francés
Luís el noveno, compró a granel todas las reliquias del martirio de
Jesucristo que Balduino II-a la sazón último rey latino de
Constantinopla-, le ofreció, no tenía un lugar vistoso, limpio, ni
lleno de esplendor donde colocarlas, y ser así la envidia de los
otros reyes con visos de ser denominados los santos, como luego le
ocurriría a él. Así fue como se pormenorizó, la construcción de
este edificio, consagrado en 1248, como santa capilla, o lo que en
esa época se consideraba como el gran relicario de la cristiandad.
Obra de dos alturas,
abajo la cripta-dedicada a la Virgen-, de baja altura y planta de
salón, donde abundan las columnas que sustentan el piso superior,
allí, se encontraba la santa capilla en sí, durante el paso de los
tiempos esta parte sufrió bastantes e importantes cambios en su
fisonomía, sobre todo, al cambiar sus gruesos muros por grandes
ventanales de vitrales policromados, haciendo entrar la luz a lo
largo y ancho de toda la construcción, y dando la sensación de que
la capilla principal no esta sustentada por nada más que la luz,
símbolo de pureza y divinidad, siendo así una obra plena de
santidad y del llamado gótico radiante francés.
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