miércoles, 9 de mayo de 2012

SAINTE CHAPELLE.


 Los menos, los engolados, o los repipis, que a pesar de lo añejo del término se siguen reproduciendo sin control previo, y en esto, como en tantas otras cosas de la vida normal de París, el FROM, o como se llame en Francia no dice nada, la denominan Capilla Real de la Île de la Cité, los demás, supongo que chabacanos o poco acordes con las enaguas verbales de ciertos corrillos, la denominamos simplemente Santa Capilla o Sainte Chapelle, dependiendo de que parte de los Pirineos sean oriundos los que lo pronuncian, o de su facilidad con los idiomas, o dificultad con la lengua materna que posean.

Cuando el rey francés Luís el noveno, compró a granel todas las reliquias del martirio de Jesucristo que Balduino II-a la sazón último rey latino de Constantinopla-, le ofreció, no tenía un lugar vistoso, limpio, ni lleno de esplendor donde colocarlas, y ser así la envidia de los otros reyes con visos de ser denominados los santos, como luego le ocurriría a él. Así fue como se pormenorizó, la construcción de este edificio, consagrado en 1248, como santa capilla, o lo que en esa época se consideraba como el gran relicario de la cristiandad.

Obra de dos alturas, abajo la cripta-dedicada a la Virgen-, de baja altura y planta de salón, donde abundan las columnas que sustentan el piso superior, allí, se encontraba la santa capilla en sí, durante el paso de los tiempos esta parte sufrió bastantes e importantes cambios en su fisonomía, sobre todo, al cambiar sus gruesos muros por grandes ventanales de vitrales policromados, haciendo entrar la luz a lo largo y ancho de toda la construcción, y dando la sensación de que la capilla principal no esta sustentada por nada más que la luz, símbolo de pureza y divinidad, siendo así una obra plena de santidad y del llamado gótico radiante francés.

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