Hay personas que reflejan
su grandeza en ciertos actos, y su insignificante inteligencia en
otros, pero no por hacer unos bien hay que ensalzarlo y olvidarse de
lo que hace o hizo mal, o cubrir su pensamientos retrógrados, con su
pensamientos liberales en otros ámbitos. Lo mismo ocurre al
contrarió, no se deben perder los avances en libertades, entre la
niebla de la mente estrecha.
Eso es lo que ocurre con
el político, abogado y periodista francés Jules Ferry. Jules fue
político importante entre los años 1870 y 1893, miembro de la
Asamblea Nacional francesa, presidente del Consejo de Ministros,
embajador del país en Grecia, y alcalde de París, entre otros
cargos que atesoró durante su dilatada vida pública. Fue partidario
de la política colonialísta francesa, llegando a declarar que: “Las
razas superiores, tienen derecho a las razas inferiores, y las razas
superiores tienen el deber de civilizar a las razas inferiores”.
A pesar de su
pensamiento troglodita en cuanto a la población de sus colonias, en
otros ámbitos no solo era de mente abierta y liberal, sino que trajo
un gran numero de derechos a la república francesa, derechos que
nadie se podría haber imaginado hasta entonces. Pues siendo ministro
de Instrucción Pública, se enfrentó a los republicanos radicales
de Clemenceau, y a la iglesia, instaurando la enseñanza laica y
pública en el país, así como aprobando el derecho al divorcio, a
la libertad de prensa o el derecho de reunión y asociación. Pero la
memoria es flaca, sobre todo para lo malo, y en Francia, normalmente
es recordado por ser el padre de la educación pública, laica y
gratuita. Una pena sus otras ideas, que ensombrecieron a un tipo
peculiar, pero que además de traer bajo el brazo la tercera
república francesa, trajo un saco de derechos únicos, y que hasta
el día de hoy son una revolución social.
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