Es curioso, a veces
tanto, que me lleva a pensar más allá del lugar donde me encuentro,
la facilidad que tienen todas o casi todas las ciudades para nacer,
crecer, y a veces morir, pegados, adosados a lo largo de los ríos,
tantas y tantas en Europa, tantas en el mundo.
El río como fuente de
vida, de necesidad y finalmente con el paso de tiempo, de los siglos,
esa necesidad por la vida al lado del río se pierde. Ya tenemos agua
corriente, lavadoras, pero seguimos construyendo nuestras ciudades
allí, a su abrigo.
Por supuesto, con los
monumentos no se hace una excepción, ni razón por o para ello hay,
es curioso pasear por Roma, Florencia, Berlín, Dublín, Lisboa y
tantas otras y ver como eso es así, y permanece inmutable con el
paso del tiempo. París no lo es menos, toda su vida, su ciudad, su
historia y su turismo se levanta en torno al Sena. Y sus grandes
edificaciones, por supuesto también.
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