Imágenes recalcitrantes
a veces, devastadoras otras, algunas son sosas, otras graciosas, pero
sin duda las mejores postales, son las que uno mismo se fabrica para
su recuerdo. La forma, muy sencilla, una cámara, una ciudad y tal
vez la más difícil, paciencia.
Alrededores de
monumentos modernos o antiguos, jardines, palacios, personajes y
flores, ayudan, te la encuadran o te la desenfocan, pero tarde o
temprano la acabaras encontrando, tarde o temprano todo se consigue,
las musas llegan.
París, es un perfecto
plató de fotografía, de postales, de visiones y de visionarios, los
jardines en la floreciente primavera ayudan, y la nieve del pasado
invierno también, es curioso, pues la misma imagen a distinta hora,
o distinta estación cambia, y mucho. Que se lo digan a Monet y los
impresionistas.
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