Aquí los llaman hoteles,
aunque en realidad son palacios como los que todos conocemos, es
raro, pero tengo la sensación de estar rodeado de ellos, cuando
paseo por cualquier calle de la ciudad de París, hay tantos, que
sería difícil contarlos sin tener un mapa ante tus ojos.
Algunos se han
remodeládo en museos, ayuntamientos de barrio, bibliotecas o sedes
de tal o cual organismo oficial, otros han caído en manos privadas,
y ahora sirven de morada a nuevos ricos, o burgueses de antes, con
más títulos que dinero en el bando y posesiones en la ciudad.
Alumbrado general, pues
de ley es iluminar los antiguo, para que otros puedan descubrirlos y
disfrutarlos, es uno de los lujos de pasear por las calles de la
vieja Lutecia, lujo que se tenía en ciertas ciudades españolas,
pero que desde principios del siglo XIX, se dedicaron a desmontar
piedra a piedra, para llevárselos lejos, a sus cortijos y fincas
privadas.
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