viernes, 3 de febrero de 2012

ELÍSEO.



Palacio cercano al pueblo, en medio de la ciudad, como una engañifa más de los políticos de hoy en día. Casa del presidente de la República Francesa y consorte. Tan cerca y tan lejos, piensan muchos, los infelices, que creen que por la cercanía de las paredes, por la cercanía del edificio, también existe la cercanía personal, de carne y sentimiento.

Despachos desde donde se tomaban muchas de las decisiones más importantes de la ya vieja, pero aún nueva historia del viejo continente, no es difícil pasear cerca de él, todo lo cerca que te lo permite la fuerte vigilancia, y ver allí a los más grandes dignatarios de otras épocas, ya pasadas, pero tan presentes en la cabeza de los que queremos recordar, para que no se repita. Los menos, por desgracia.

Desde allí, tienen el tiempo en sus manos, nuestro tiempo, el de los que les votan para que vivan en grandes mansiones, y brinden con vinos de grandes añadas, y champañas de gran calidad, mientras a cien metros, un sin techo busca una rejilla del metro cercana, para pasar la noche a la intemperie.

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