lunes, 13 de febrero de 2012

GUILLOTINE.

Fuente Foto: El País.


No creada, pero si mejorada y recomendada a la Asamblea Nacional, por un asambleário del país, cirujano de profesión, inventor de maquinas de pena de muerte en sus ratos libres. Joseph Ignace Guillotin, que además la bautizó, o más bien la rebautizo, pues ya existía algo así Italia, conocida como mannaia.

Se popularizó en la Revolución Francesa, pero muchos más países lo usaron, tal vez algunos menos de los que deberían. Fabricada la primera pieza por un creador de clavicordios, asesorado por un amigo, de profesión verdugo de París, y dicen las malas lenguas, que también por el rey Luis el dieciséis, que fue uno de los primeros ajusticiados por la maquinita.

Se llegó a decir, que hasta su inventor pasó por la cortante cuchilla, aunque resulta ser falso, pero pudo haber sido así, pues las cabezas que cayeron en los cestos de cuero, que no de mimbre, fueron miles, de todas las tendencias, y de todos los gustos. Y así fue en Francia, hasta 1977.



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