Centro de despedidas y
reencuentros, la mejor facultad de filosofía. Cuando las puertas se
abren, algunos sentimientos se cierran, mientras algunas viejas, o no
tan viejas heridas se abren. Las estaciones siempre son tristes,
sobre todo por la noche, sobre todo en invierno y sin libros a
cuestas.
Se aprende de la vida,
mirando la cara de las personas que van y vienen sin prestarte
atención, ni a ti que les observas, ni a nada, ni a nadie. Se
aprende de los problemas y de las alegrías de la gente, viendo las
despedidas y los reencuentros, viendo a los jóvenes con mochilas
cargadas de banderas y a los viejos tirando de las maletas de cuero.
En París hay muchas
estaciones, muchas despedidas y muchos reencuentros, muchas caras
perdidas, y muchas miradas turbias y cansadas, muchas mochilas y
maletas, y muchas soledades de tristeza rotas por la compañía de un
buen libro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario