miércoles, 22 de febrero de 2012

FOLIES PIGALLE.



Otro de los tantos folies que perlaban la antigua ciudad de París, la antigua ciudad de los burdeles, los cafés, las braserías y los cabarets. En la misma calle del Molino Rojo, en misma calle que hoy se llena de cafés de turistas, trufada de tiendas, alicatadas de torres eiffeles y arcos del triunfo, de tiendas de coge el bocadillo y corre y de sex-shops, de todos los tipos y para todos los gustos.

Hoy como tantos, o como todos estos folies, como todos los cabarets, salvo los pequeños, los que se levantan en pequeñas calles cerca de la avenida, del boulevard principal, son ahora discotecas, algunas de cierto lujo cool, aunque bastante venidas a menos, donde los porteros no son lo único que hacen que parezca y sea un antro.

Nada que ver con el París del siglo XIX, del siglo XX, de los pintores cojitrancos, o de los que se cortaron la oreja, nada de los espectáculos que hacían enrojecer a las damiselas de la época y caer la baba a los hombres de la época, nada de can-canes, nada de circo, ni de trapecistas, nada de ajenjo, o absenta. Solo pos-modernidad, cutre y casposa pos-modernidad.


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