Otro de los tantos folies
que perlaban la antigua ciudad de París, la antigua ciudad de los
burdeles, los cafés, las braserías y los cabarets. En la misma
calle del Molino Rojo, en misma calle que hoy se llena de cafés de
turistas, trufada de tiendas, alicatadas de torres eiffeles y arcos
del triunfo, de tiendas de coge el bocadillo y corre y de sex-shops,
de todos los tipos y para todos los gustos.
Hoy como tantos, o como
todos estos folies, como todos los cabarets, salvo los pequeños, los
que se levantan en pequeñas calles cerca de la avenida, del
boulevard principal, son ahora discotecas, algunas de cierto lujo
cool, aunque bastante venidas a menos, donde los porteros no son lo
único que hacen que parezca y sea un antro.
Nada que ver con el
París del siglo XIX, del siglo XX, de los pintores cojitrancos, o de
los que se cortaron la oreja, nada de los espectáculos que hacían
enrojecer a las damiselas de la época y caer la baba a los hombres
de la época, nada de can-canes, nada de circo, ni de trapecistas,
nada de ajenjo, o absenta. Solo pos-modernidad, cutre y casposa
pos-modernidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario