Teatro de dicho nombre, bien puesto, pues renació varias veces. Dos empresas que no llegaron a buen puerto, por cortas, o por poco fructíferas, fueron desembocando en un tercer y definitivo negocio, el cual lo trajo a las calles de París a mediados del siglo XIX, para quedarse aquí definitivamente.
Aparece en la zona
central de los Grandes Bulevares parisinos, cerca de los arcos de
Ludovico. Levantado en el año 1816, como hoy lo vemos, justo el
mismo año, en el que se levantó también la cercana y
grandilocuente puerta de Saint-Martín.
En 1942, época
convulsa, estuvo a punto de desaparecer, pero un nuevo dueño lo
resucitó de sus cenizas, lo llenó de obras y operetas, y ya en
1959, volvió a ser lo que fue con la representación de una de las
obras más conocidas, del también conocido Jean-Paul Sartre. Aún
hoy nos sorprende con sus modernas y clásicas obras de teatro, y su
humor más condescendiente.
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