Los hay muchos y de
tantos tipos, que sería imposible hablar de todos, desde música, a
saltimbanquis, pasando por magos y trapecistas. Esta es una de esas
historias, pero una de las más espectaculares. Centro Pompidou, allí
se daba cita, simpático, vacilón, angloparlante.
Pronto tuvo problemas,
pero siguió a lo suyo, el espectáculo siempre debe continuar. Y
pronto nos atrapó a todos los que estábamos por allí, descansando
de un maravilloso paseo. Que mejor forma de poner punto y seguido al
día. Comenzó con fuego, y casi con fuego acaba.
En cuanto volvió a su
escenario particular, dos policías, de esos que ven más peligro en
el arte que en los carteristas, se fueron hacía él, a la vez que
todos los espectadores se iban a por los policías, y una pitada
enorme llegaba a sus oídos. Acabo el espectáculo, y además de
dinero recibió el apoyo de la gente de nuevo, pues aparecieron otros
tres valientes policías. Pero él demostró, que además de showman,
era un vacilón que se subía por las paredes.
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