Puerta de Saint Denis, salida de París, contubernio de personas, barrio trasegado por pintores y doncellas, antes, por inmigrantes, turistas, y prostitutas asiáticas de chulos franceses, hoy. Antiguo vallado de la ciudad en manos del Emperador Carlos el Primero para unos, Carlos el Quinto para la mayoría. Su compañero de trabajo Luis XIV, lo destruyó, y levantó el arco. Ya saben lo de la paja en ojo ajeno.
Entrada a Saint Denis, a su basílica, a su catedral más bien, donde los reyes franceses eran coronados y enterrados, y entre medias, nada, ninguno se dignaba a volver allí, ni siquiera hoy lo hacen, muchos lo consideran aún un guetto, salvo los dias que hay fútbol en su estadio, el Estadio de Francia, tiene retranca el asunto.
Salida de París, Puerta de Ludovico Magno también. Arco del triunfo, uno más en la ciudad de los numerosos arcos y los mínimos triunfos, imita al de Tito, o eso cree, más pequeño, más desmerecido y más restaurado. La última vez duró casi diez años, y solo han necesitado otros diez para volver a cubrirlo de ignorancia y pasotismo generalizado. En fin, solo es la historia de su país
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