Fue presidente del poder
ejecutivo de la primera república española, abrió la cabeza, la
mentalidad del país que hasta ese punto estaba en un letargo,
dominado y temeroso de reyes estúpidos y arrogantes, que se ponían
al servicio de un clero viejo, más cerca de la Inquisición que de
cualquier otra idea, que se enriquecían bajo el manto real, y sus
secuaces.
Natural de Cádiz, de
familia alicantina y exiliado en Gibraltar desde muy joven, su padre,
acusado de afrancesado, fue perseguido por los mentecatos que veían
en la Ilustración al enemigo, sin darse cuenta que el verdadero
enemigo de España, era el rey que había vuelto, tras intentar
vender el país al emperador francés, y que como de costumbre se
libró de la guillotina, en España se nos pasó el turno, siempre
hemos matado al que no debíamos, siempre lo hemos hecho y siempre lo
haremos.
Participó en la
revolución de 1868, que acabó con la salida del trono de la reina
Isabel II, la más inepta después de su padre Fernando VII, y no
paró hasta que Amadeo de Saboya abdicó, y se proclamó la primera
república del país. Destacó por su capacidad de oratoria, y en su
puesto eliminó los títulos nobiliarios, cambio muchas cosas en las
últimas colonias españolas, por ejemplo, desapareció la
esclavitud en Puerto Rico. Pero el régimen por el que tanto luchó,
se fue desmoronando, la guerra carlista, la independencia de Cuba,
acabaron con la república. Se le recuerda en muchas ciudades
españolas, y otras fuera, pues en la provincia de Buenos Aires,
existe una ciudad con su nombre, y en el centro de París, le han
dedicado esta calle.
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