sábado, 16 de junio de 2012

ASAMBLÉÉ NATIONAL.


Tiene mucha historia, como tantos edificios de París, como todos los edificios que albergan la comisión parlamentaria, los diputados, o congresistas de cualquiera de los países de este patio de vecinos gorrones, sinvergüenzas y mal educados que algunos llamamos mundo.

En este, el de París, no hay tiros de ningún guardia civil bigotudo, henchido de sed de poder, y de cerebro comido por un general ambicioso y más inteligente que él, pero menos de lo que él pensaba, lo que si que hay son esculturas a las puertas, nada de leones, sino filósofos y hombres de letras y política, al igual que en su tímpano. Lo que no cambia es la vigilancia, mucha, día y noche, se encuentre allí algún diputado, congresista, presidente o ujier.

Se levanta en uno de los laterales de la plaza de la Concordia, enfrentado a la iglesia de la Madeleine. Es curioso, sobre todo para los españoles que por allí pasean, y ven su nombre en una pequeña y bronceada placa, pues el palacio no recibe el nombre de Asamblea Nacional sin más, sino que es conocido como Palacio Bourbon-no el whisky-, sino Borbón, el de la familia real.

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