martes, 19 de junio de 2012

CONSUMO GUSTO.



O más bien con gusto consumo. Llega el supuesto verano parisino, verano de lluvia perenne, de aire torrencial, viento y frío nocturno y mañanero, llegan también los turistas, que normalmente llenan las calles de la ciudad de los antiguos bohemios, pero que en esta época no solo las llenan, sino que las abarrotan.

En realidad, lo abarrotan todo, las calles, los restaurantes, los vagones del metro, las bolangeries, y todo lo que pueda imaginar, pensar u observar allá donde le alcance la vista, por no hablar de los museos, de los monumentos. Pero eso es otra historia, pues en parte les pertenecen, lo necesitan, tanto los turistas, como los museos, como los parisinos.

Si los turistas que consumen en las grandes galerías, en los grandes almacenes, sino fuera por ellos, los monumentos de la ciudad, permanecerían desiertos, abandonados, casi hundidos en la miseria y el olvido. ¿Que sería de la torre Eiffel sin los miles de turistas?, ¿o de de Notre Dame?, ¿quien los visitaría?, ¿quien los haría lo que son?, ¿quien les daría su importancia?.


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