lunes, 12 de diciembre de 2011

VICENNES.



Como si te fueras a otro lugar, a otro mundo, a otra ciudad, siguiendo en la misma linea de metro, en la misma dirección, en el mismo color, color que une a las personas y a sus lugares frecuentes, pues en el fondo solo eso es una linea de metro, colores que unen sentimientos y necesidades.

Castillo de San Luis, castillo de Vicennes, hoy ocupado por fotos de bodas y grupos de turistas, a veces también como es el caso, por tres españoles soñadores y trovadores de futuros mejores y más responsables, que el presente responsable y sufrido, del euro para hoy y sed para mañana. Jóvenes, que se ven de repente buscando el sol junto a su antigua atalaya, riendo y tomando viandas de oferta.

Regalos de la historia, para la gente de hoy, regalo de la cantería y la madera, que durante tantos años han permanecido allí, al sol, al agua, al frío y a las bombas, solo para que un día de diciembre un grupo de tres españoles puedan juntarse allí a disfrutar de su risa.

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