Música, poesía, espectáculo simple y letra esponjosamente elocuente y risueña, y la libertad de componer y representar, para los que algún día soñamos con verlo encima del escenario del Olympia. Fallecido en persona, no en espíritu, ni en psicología, ni el música, ni letra gracia a otros grandes, primero fue La Mandragora, y hoy el ibérico Javier Krahe.
Nuevo héroe francés, o eso se supone que quieren hacerlo, junto a Camus y otros más desheredados de esta tierra, tan suya como nuestra, como vuestra, y de ellos. Algunos lo llevarían a los altares, otros al infierno más próximo, pero el debíera y elegiría lo que más le gustaba, su café y sus amigos, músicos, intelectuales y la más simple e importante del mundo, la sonrisa y el humor.
Hoy lo puedes ver, o más bien a sus segundos, a sus próximos representantes y algún día nuevos entusiastas y desmadejados seguidores que hoy no le conocen, sino fuera porque su instituto de música, lleva el nombre de un señor gordito y con bigote, él, un francés férreo, de principios rudos y cercanos a la libertad, principios estos, que a veces le sirvió para tener problemas políticos y muchos seguidores que darían la salud por él y sus canciones.
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