Es época de ello, su época, más del estilo anglosajón que francés, más norte americana que europea, pero es su época, eso nadie lo discute, y como tal aquí están, alfombrando cada esquina de París, cada edificio y cada terraza de las braserias y de los cafés, nadie o casi nadie, ha dejado la oportunidad pasar, hombres, mujeres, jóvenes y menos jóvenes, portan su abeto.
Digo que las calles de París, están llenos de ellos, empaquetados, preparados para su decoración en las casas cercanas, con la chimenea encendida y los niños correteando a su alrededor, dejando todo manga por hombro y haciendo ardua la simple labor de decorar un arbusto.
Llegará el fin de las fiestas, el fin de las vacaciones, y esos abetos que hoy todos se pegan por tener en su casa, el más grande o el más bonito, sobraran en su salón, o en su negocio, y de nuevo, pero esta vez de una forma mucho más peregrina, menos elegante, volverán a alfombrar las esquinas de la ciudad, pero esta vez, lo harán en las esquinas donde estén los contenedores.
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