lunes, 5 de diciembre de 2011

ENSOÑACIONES.



Como sueños de una noche de invierno, pensamientos de una tarde otoñal de te caliente y pies fríos, como el sueño de un hombre despierto, soñando con una realidad dormida. Como el canto de los cisnes a la última hora del día, como el grito sordo y a veces mudo de las personas incomprendidas, que solo comprenden a quien les ama.

Plaza de colores y para colores, solo para ver, sonreír e imaginar, solo para disfrutar soñando despierto, para disfrutar de la realidad dormida a las puertas del cielo, a las puertas del purgatorio y en el salón del infierno, ese infierno terrenal de la ciudad de voz dormida, y que de pronto, en una plaza cercana al centro Pompidou se levanta en forma de utensilios increíbles y coloridos.

Rodeado de aspiraciones y de aspirantes, que a veces, expiran más que aspiran, porque van más rápido de lo que piensan, porque piensan más lento de los que hablan, porque no ven más allá, de los tristes edificios que rodean los libres y verdaderos colores, y las verdaderas formas serpenteántes en forma de fuente, en forma de sueño ensoñado.

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