domingo, 4 de diciembre de 2011

POSTUMA DESOLACIÓN.




Desolación, falsa modestia, tirantez de tez sonriente, y flaqueza de lagrimas oscuras en cuencas vacías de bronce y carne. Dolor póstumo y versos de tornillo, en la aurora boreal de la eternidad artística, en la oposición a la posición opuesta, en el centro del núcleo, en el extrarradio de la periféria, así, con simples palabras se puede representar una imagen, una escena de dolor novecentesco.

Museo pequeño de parcas paredes y amplio jardín, con pensadores y poetas y héroes y cainitas, expuestos como en una tienda donde todo vale, donde todo se acumula junto al camino de chinarro blanquecino y boca abierta. Imágenes nuevas de póstumos personajes, muertos y resucitados por la mano muerta de Rodín.

Su museo, su casa, la casa de su amante y de sus miles de amantes póstumos también, que hoy la recorren con precisión y cuidado, como si realmente la conocieran, como si realmente hubiesen estado allí antes, en otro tiempo, en otra vida. Póstumos como póstumos suelen ser los reconocimientos de los que merecen ser reconocidos en vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario