Ya en el siglo XVIII, se
colocó a los pies de la enseña de la ciudad, del centro de la Isla
de la Ciudad, a los pies de la catedral de París, a los pies de
Notre Dame. Es el punto cero del país vecino, de allí nacen todos
los caminos de la vieja Lutecia, de la nueva París, de la futura
Francia, al igual que ocurre en España y en su Puerta del Sol
madrileña.
Fueron los primeros
ingenieros cartográficos de la Francia antigua, los que situaron
allí en medio de la plaza más visitada de Europa, del mundo, ese
punto cero, o kilómetro cero, de donde nace todo, y donde todo
muere.
En su día, allá por el
siglo XVIII, ya les digo, alguien decidió, que el punto de partida
era ese, y así lo marcaría para la posteridad, para el siglo de los
siglos. El famoso “Point Zero”, primero fue un simple poste de
madera, mucho más rudo del actual, que es ahora más moderno, más
adaptado a los tiempos que corren, y más discreto, tanto que con el
gentío apenas se ve si no lo buscas, si no lo conoces, pues ahora la
estrella de bronce que lo señala , situada en el centro de un
medallón de piedra, apenas resalta un centímetro del suelo.
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