domingo, 9 de septiembre de 2012

LE DÈFENSEUR DU TEMPS.




Les seré franco, el reloj no es una maravilla, me refiero a lo estético por supuesto, no me voy a meter en camisa de once varas, ni me va ni me viene, pero supongo que más allá de la estética, esta el sentido y la función de dicho objeto. Nada más ni nada menos que un reloj.

Como ya sabrán por el titulo de hoy, el reloj, se conoce como Le dèfenseur du temps, o lo que es lo mismo en la lengua de Cervantes, La defensa del tiempo. Se trata de un aparato mecanizado, situado en el céntrico y escondido barrio del reloj, colocado a mitad de camino del centro de arte moderno Georges Pompidou y el barrio del Marais.

Su máxima expresión llega en cada una de las horas en punto, pues no solo conforme con dar las horas, el mecanismo comienza su trabajo y muestra una alegoría, me atrevería a decir que muy moderna, muy a la orden del día, pues no es otra que la lucha del tiempo contra los terremotos, los huracanes y el mar enfurecido.

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